Si el mundo de los meros objetos, y sus relaciones de sentido, es deficiente para su plena comprensión intuitiva como fenómeno, ¿de dónde sale esa construcción o de dónde sale el objeto que se muestra en la naturaleza? El problema es decir que: como se me aparecen los objetos basta para impugnar al propio objeto; porque no sabemos cómo se aparecen, en primer lugar (eso es lo que se intenta describir); y en segundo lugar el objeto no tiene pretensión en el sujeto, sino al revés; el sujeto pretende el objeto, no pretende en el objeto, como creía Husserl; el sujeto no está dentro antes de pretenderlo; es como asignar de antemano a la intención por la que el sujeto hace aparecer a sí mismo la imagen, un sentido ya objetivo que no tiene aún; eso es lo que quería ganar Husserl. Por lo tanto no se trata de comprender el objeto constituido, sino de apoderarse de él, sin adecuación ni constitución; cuando el sujeto afronta el objeto, no hay aún constitución, la hay si no se apodera de él; afronta para saturarlo plenamente; no para dejarlo a la interpretación; para que quede intuitivamente saturado. Y ahí reside el problema de Husserl, que la subjetividad saturada actúa como prejuicio antes de apoderarse del objeto y después de ganarlo. No en la constitución, donde ya se suprime al sujeto, se llega a la interfacticidad ideal o idearia, sino en la conquista. No hace falta revolotear alrededor de las “síntesis de cumplimiento” o del ajuste; pues ahí siempre vamos a encontrar “indeterminación”. Que se “pretenda” el objeto nos califica ya entonces de “seres anónimos”, donde la pretensión se hace neutra y se evaden las responsabilidades; pero esa adecuación que exigimos a nuestra propia comprensión, no a la conquista, nos define como insulsos saturados; y no ilusoriamente, pues el ajuste siempre en curso es legítimo, es lo que se ve; más material no puede ser. El material de la comprensión, opuesto a la voluntad del sujeto no apareciente pero real.
Husserl, y sus seguidores hoy día, están obsesionados en que la imaginación percibida está ayudada por la Phantasia en la unidad de la percepción comprensiva; y lo es además, creía, de forma anónima, “indeterminada”, pero plenamente presentificada; como algo que no aparece pero está presentificado, no como fantasma, sino como primitividad residual. No saben aprovechar el objeto y dicen que tiene una “pobreza intuitiva” en su aparecer; claro que para aprovechar el objeto hace falta una especial cualificación teórica, oculta intencionadamente y subrepticiamente eso sí, por el sujeto, en la aparición. Con lo que no se trata de que aparece virtualmente, sino de que se quiere que aparezca así. Aquí lo que ha hecho es poner la trampa antes de la explicación, para caer como un primitivo. Después se rehúyen responsabilidades justificándose con la pretensión intencional; pero ésta precisamente es lo que tenemos al afrontar algo que no aparece; es lo material del pensamiento, sin fuelle ni vacío; éste, en realidad no existe en el pensamiento, pero no porque como creía Husserl la serie no se pierda, sino porque el ajuste, cuando se produce, lo es sin fuelle, no está inflado, es macizo. Tampoco podemos decir que las intenciones sean vacías, son macizas; si hay algún curso de constitución permanente en el material pretendido, lo es en la voluntad del sujeto que, bien se puede retirar a capricho, porque nunca ha aparecido ¿verdad?
Husserl, y sus seguidores hoy día, están obsesionados en que la imaginación percibida está ayudada por la Phantasia en la unidad de la percepción comprensiva; y lo es además, creía, de forma anónima, “indeterminada”, pero plenamente presentificada; como algo que no aparece pero está presentificado, no como fantasma, sino como primitividad residual. No saben aprovechar el objeto y dicen que tiene una “pobreza intuitiva” en su aparecer; claro que para aprovechar el objeto hace falta una especial cualificación teórica, oculta intencionadamente y subrepticiamente eso sí, por el sujeto, en la aparición. Con lo que no se trata de que aparece virtualmente, sino de que se quiere que aparezca así. Aquí lo que ha hecho es poner la trampa antes de la explicación, para caer como un primitivo. Después se rehúyen responsabilidades justificándose con la pretensión intencional; pero ésta precisamente es lo que tenemos al afrontar algo que no aparece; es lo material del pensamiento, sin fuelle ni vacío; éste, en realidad no existe en el pensamiento, pero no porque como creía Husserl la serie no se pierda, sino porque el ajuste, cuando se produce, lo es sin fuelle, no está inflado, es macizo. Tampoco podemos decir que las intenciones sean vacías, son macizas; si hay algún curso de constitución permanente en el material pretendido, lo es en la voluntad del sujeto que, bien se puede retirar a capricho, porque nunca ha aparecido ¿verdad?
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