jueves, julio 31, 2008

"abstracción y naturaleza"

Con el título "Abstraktion und Einfühlung" W. Worringer, discípulo del genial Riegl, publicó en 1908 una teoría de estética filosófica como interpretación histórica.













estampa egigcia, museo del Louvre.
Respecto al arte arcaico W. Worringer [1] tiene una tesis: hay una oscilación entre una época donde el hombre es espontáneamente realista, y hay sintonía con la realidad. Y en el arte rigen las convenciones, estéticas: simetría, etc. Es decir, épocas en que el hombre está satisfecho y espontáneamente es realista. Pero en momentos de crisis, la manera a la defensiva con que el hombre se defiende de la realidad es la abstracción; es la manera de defenderse de una realidad hostil; domestica a la realidad convirtiéndola en algo abstracto. Y las fuerzas culturales son espiritualistas y no naturalistas. Y los iconos que de ahí resultan son abstractos. Es decir, que hay épocas con el polo estético y otras con el polo artístico. Son dos polos que Worringer ve entre: el afán de Einfühlung y el afán de Abstracción[2]. Son dos polos que no se identifican con naturaleza– cultura; el primero encuentra satisfacción en la belleza de lo orgánico, vivo; Worringer se basa ahí en la teoría de Lipps: “El goce estético es un autogoce objetivado; gozar estéticamente es gozarme a mí mismo en un objeto sensible diferente de mí mismo, proyectarme a él, penetrar en él con mi sentimiento”.[3] Es un aspirar o querer en movimiento. El supuesto de la Einfülung es actividad perceptiva general, autoactividad, resultante de lo perceptible, delimitación, y de una ampliación por parte de mi actividad perceptiva; deslindar y aislar lo captado de su ambiente: son exigencias. Worringer distingue entre proyección o identificación, Einfülung positiva y negativa; la primera realiza libremente la actividad perceptiva, libertad, autoactividad, la actividad se verifica sin fricción alguna, ante la obra de arte sólo se puede hablar de proyección positiva; la segunda es un oponerse, conflicto entre afán natural de autoactividad y actividad exigida; crea un sentimiento de displacer con respecto al objeto.
Worringer dice que no se puede sostener la tesis según la cual el proceso de proyección constituye en todos los tiempos y en todas las partes el supuesto de la creación artística; ¿cómo explicar obras no occidentales? Con un proceso distinto totalmente. La obra de arte primitiva depende de un materialismo en tres fases: utilitario, materia prima y técnica; con lo que la historia del arte es la historia de una capacidad, se aferran en sus explicaciones a las particularidades estilísticas(criterios estilísticos como influencia reguladora, modificadora); el fin del arte plástico ahí sería un acercamiento al momento natural, ahí van los conceptos de estilo y belleza. Se trata según Worringer de la psicología de la necesidad estilística. Estamos aquí en el polo de la abstracción. Para Worringer en la forma muerta de una pirámide, por ejemplo, su recuerdo nos dice que es imposible que la voluntad de arte haya sido determinada por la necesidad de proyección sentimental, de lo orgánico; la pirámide obedece a un principio de abstracción, principio de todo arte; una tendencia abstracta se revela en la voluntad de arte de los pueblos en estado de naturaleza y en los griegos va disminuyendo hasta convertirse en afán de Einfülung. El estilo geométrico, de simetría y ritmo, es el más perfecto en cuanto a ley y necesidad, y pertenece a pueblos con nivel cultural más bajo, de más alta abstracción que suprime la vida; por hallarse perdido el hombre “primitivo” elimina el caos y la caprichosidad y quiere un valor de necesidad y sujección a ley, instinto para la “cosa en sí”. La forma geométrica es así puramente instintiva, orientación del instinto a la abstracción. Mientras que el artista de la Einfülung se caracteriza por una vitalogía instintiva que, desarma la identidad en individuo que quiere gozar estéticamente, que conquista la conciencia de su inconsciencia mediante una mirada instintiva para la relatividad del todo(conciencia del caos de fenómenos vitales), el artista abstracto aspira a la regularidad geométrica, someter al instinto a ley, creación por constitución psico–somática que descarga la existencia individual en formas geométricas, donde desde el propio organismo tiene necesidad de ellas.
[1] En “Abstracción y naturaleza”. ed. Fondo de cultura económica.
[2] Idem ver apartado I –Abstracción y proyección sentimental.
[3] Idem p. 19.

martes, julio 22, 2008

Retirada del Ego Trascendental

Chaplin egosoldado
Dice Richir:

Primeramente, pues, para el enigma de la pasión de pensar, no es necesario precipitarse ni sobre la inmanentización radicalmente subjetiva de la afectividad, lo que nos llevaría a un encerramiento en la subjetividad de la afectividad, que conduce al simulacro ontológico, ni sobre su psicologización relativa, como si el afecto fuera independiente del pensar, para encontrarlo como una marca de subjetividad; pero tampoco sobre su elisión en razón de la dificultad que hay en encontrarlo.Para esclarecer el enigma Richir vuelve[1] sobre un texto de Husserl: “La identificación (Einfühlung) presupone la corporeidad de cuerpo viviente, (Leiblichkeit). En oposición, la objeción que Becker hizo valer: los enfermos mentales que dicen que llevan aún otro yo en sí. Oyen voces, discursos, en ellos, y no de fuera. He respondido a esta objección con mi vieja distinción de la corporeidad de cuerpo externo (Aussenleiblichkeit) y de la corporeidad de cuerpo interno (Innenleiblichkeit). Mi vieja opinión era que, únicamente es por entretejimiento (Verflechtung) con el exterior como un interior puede ser puesto objetivamente, dado que un alter ego puede “estar ahí” para mí”. Se ve ahí una necesidad fenomenológica de esta distinción entre interior y exterior. El medio, el entorno no deviene exterior más que si es llevado a un cuerpo él mismo dividido entre dentro y fuera: en un interior o en un yo–cuerpo exteriorizado en un exterior él mismo centrado sobre el primero; para Husserl esa exteriorización es “expresión”, fenómeno de lenguaje, que media para hacer a la interioridad ponerse en relación con la exterioridad. Esta, a su vuelta, puede presentarse como cosa, como positividad que, por ser “en persona” con un cierto cuerpo, no es menos inerte, inanimada, y en ese sentido, matriz de la objetividad; o bien como otro hombre u otro yo: apresentación de una interioridad, corporeidad interna que no es la propia. No se da en el modo perceptivo sino con cierta ausencia, la de una presencia a distancia de la mía, por la mediación de la percepción de su corporeidad externa. Resulta que para Husserl la comprensión de los fenómenos del lenguaje dependen siempre de la apresentación. La riqueza del pensamiento husserliano reside en volver a pensar la distinción dentro/fuera, inmanente/trascendente, como una distinción fenomenológica interna en el cuerpo: es un cuerpo interno, viviente, Leib, que se exterioriza en lo que es aún un Leib externo, y no un cuerpo separado del espíritu. No hay intimidad de la corporeidad interna, intimidad de la vida del yo (ipse), más que si hay quiasmo entre dos corporeidades, interna y externa, es decir, únicamente si esta división se aparece en la apresentación de otro a través del mismo quiasmo que tiene lugar ahí; no me encarno más que si me apercibo en otro encarnado. La afectividad no me aparece como disposición (ánimo) encarnada en mí más que si estoy ya encarnado en la comunidad fenomenológica encarnada de los otros.
El lugar originario de la identificación y de la encarnación muestra que ésta, para aparecerse a ella misma en el encuentro del ego y del alter ego, juega tanto como la necesaria distancia- huíada o espacialización originaria- de mí mismo a mí mismo, entre mi corporeidad de cuerpo interno, interna, y mi corporeidad de cuerpo externo. El encuentro fenomenológico de lo ajeno no es encuentro entre una inmanencia egoísta primordial y una trascendencia, sino encuentro en quiasmo, de dos quiasmos originarios entre corporeidades internas y externas. Hay entre las dos una port–à–faux o desajuste que hace su distorsión originaria, sin la cual el ipse deviene sólo ipse, loco, puesto que ya nada retiene desde ese momento a la corporeidad externa a verterse integralmente en lo físico, caso extremo de la disociación. [<-...]El medio, el entorno no deviene exterior más que si es llevado a un cuerpo él mismo dividido entre dentro y fuera: en un interior o en un yo–cuerpo exteriorizado en un exterior él mismo centrado sobre el primero. [...]
[1] Ver meditations phénoménologiques pág. 36.

jueves, julio 17, 2008

EL CASCO Y EL INSTINTO


...y hablamos de nuestra condición de individuos a los que se les "representa" un conjunto de apercepciones de otros, de unas operaciones en escena que, distan mucho de ser legítimas; "operaciones" o efectuaciones de actos aperceptivos que se plantan como maquinales, de forma metafísica, ante los que el individuo se defiende con el "instinto"; una nueva identificación es necesario poner en obra mediante una curiosidad científica (que es un instinto biológico de primer orden, según Gustavo Bueno, "Ensayos materialistas", págs 198-200) previa a la constitución de la conciencia filosófica, ya que hoy día nadie se enfrenta a tal condición. No se dice así que el instinto sea algo predeterminado con un sentido unitario que de cuenta de la historia natural, de la donación del ser o considerar los datos "en sí". Se apela al nivel "originario" donde hombre y animal coinciden, como encuentro fenomenológico de lo ajeno, arrojados por nadie, siempre ahí, en un descarte.

sábado, julio 05, 2008

Escena: intrigas simbólicas

"En el reencuentro con los demás, se trata de un movimiento de “apareamiento” que es en realidad imaginación; no se trata de una reduplicación especular del y de su cuerpo viviente en un cuerpo viviente distinto y otro , porque el poder de apresentación no es primariamente un poder del yo, una intencionalidad centrada sobre él, sino más profundamente el de la imaginación que originariamente no tiene nada que ver con el imaginario, con el especulativo, el cual está ya puesto en la red simbólica de las intrigas simbólicas. "Marc Richir.
Sólo con el lenguaje, apelando a su origen no-lógico, se ha podido mover la filosofía en la escena, pues la lógica pura no se ha descubierto sin que se haya "construido", instituido, Stiftung que ya se hizo siempre, para colmo de manera opaca, inconscientemente en una Gestell, maquinaria, simbólica, desprovista de sentido. .-