sábado, diciembre 25, 2010

La fenomenología en "Los teatros del tiempo". Crisálida sobre tumbas.

¿Existe alguna deriva estética actual?
La fenomenología únicamente habla de DEBER cuando la infinitud dela reflexión desemboca en un proceso vacío, sin anclaje en la tierra que todos pisamos; y todavía se riza más el rizo si se dice que esto sólo se puede entender al concebir la infinita multiplicidad de los nivels de reflexión, como decían esos románticos y como hoy sigue aún diciendo la fenomenología, porque no ha inventado ni se ha inventado otra cosa; están esperando a que algún héroe o reo, (la filosofía), lo haga o simplemente lo diga.  Que esa concepción se realice en un instante puntual romántico o en una quedada temporal del teatro del tiempo, como un “despliegue” que no se repite (ver aquí nota 160 de la entrada sobre el pensamiento de Marc Richir), lo mismo nos da. No hay ninguna subjetividad tal que pueda hacer tal cosa, y menos aún como espectadora o analizadora del arte; la “realidad del mundo” no tiene nada que ver con la práctica social diaria; sólo la pilla de rebote, al otro lado del dualismo; ni las efectuaciones más primitivas de la subjetividad se exhiben de primera mano en al arte; no se ha entendido el hiperbolismo radical si se cree eso; el arte el el último lugar donde se desarrolla lo primitivo; llega al final, cuando ya se ha matado a la víctima; antes es un combate cuerpo a cuerpo de forma inconsciente y mecánica simbólica en “los teatros del tiempo” que viene incitando la filosofía históricamente. Si no se habla de algo más que de teoría, se puede decir cualquier cosa y vender cualquier producto teórico.  La reflexión no encuentra nada de forma fortuita, pues el azar rechaza cualquier hipótesis de recodificación gnoseológica.

jueves, diciembre 02, 2010

El Atuendo




LOS RELATOS DEL EGO
TRASCENDENTAL.  Los Teatros del Tiempo.
“El “mundo verdadero”, en sus formas, acabó
convirtiéndose en fábula en cuatro fases: la primera es fase arcaica, mundo
verdadero asequible al sabio, al piadoso, al virtuoso, él mismo es ese mundo,
la vida sirve al pensamiento y al conocimiento; la segunda es fase clásica,
mundo verdadero, inasequible por ahora, pero prometido al sabio, al piadoso, al
virtuoso, donde el progreso de la idea se vuelve más sutil, más capciosa, más
inaprensible; la tercera es fase moderna, donde el mundo verdadero es
inasequible, indemostrable, imprometible, pero, ya en cuanto pensado, un
consuelo, una obligación, un imperativo, el viejo sol visto desde la niebla y
el escepticismo; la cuarta es fase bajo –moderna, donde el mundo verdadero es
inalcanzado, desconocido, consolador, obligante positivista. Ahora nos
encontramos en un “mundo verdadero”, una Idea que ya no (este ya no, de la
propia Idea) sirve para nada, que ya ni siquiera obliga; es una Idea refutada.”
  
   Las fases a que se alude no siguen la línea del tiempo, de tal forma que podamos decir que
Aristóteles puede no pertenecer a la edad antigua, pues desde el punto de vista
de la fenomenología genética, la originariedad de las edades no pertenecen a
ninguna Idea, sino que son “explosiones” en el tiempo o en su fisiología
interna y externa, pues esto no es sólo inmanente, que sólo se alinean en el
tiempo o con él, cuando se establecen como Ideas, las edades.  Y esto se debe fundamentalmente al propio
desarrollo que tuvo la filosofía griega, al ser coartada sobre todo a raíz de
la “mímesis” romana  y antes con
Alejandro. Si esa coerción no se hubiera producido, la edad media no se hubiera
producido, habría habido un desarrollo totalmente diferente.  La filosofía griega desde ese momento se
convierte en metáfora que trajo consigo una “evolución” lineal de la historia;
quien sostenga que fuera de la filosofía griega no hay filosofía sólo lo puede
hacer desde un determinado desarrollo teórico de la idea de “evolución”. Esta
es su “coartada” basada en aquella coerción, de tal forma que lo dicen porque,
efectivamente, como dice la palabra “coartada”, están en otro lugar cuando se
producen los hechos, es decir, que no lo dirían si tuvieran a Platón delante
suyo.  Es el “pretexto” de la Idea, que
está en un lugar, cuando hablamos hoy de una “edad”, que no es el del origen de
los “hechos”, sino en otro lugar; y esto es de sentido común creo yo. Sólo se
puede decir que la filosofía que efectivamente ha existido empieza en Grecia
(otra vez ese sentido de “inicio” y “evolución” como algo traspuesto
linealmente) si lo dice alguien como si hubiera pactado su rescate, el de la
filosofía (que es aquí el “reo”) con su dueño; y, otro enigma: ¿quién es su dueño?
Pues será parece, por lo que se ve en ciertos ámbitos, el que mejor maneje el
asunto y a los propios filósofos; con lo que todo queda en una prioridad de
privilegios. Y de esa forma “cierran”, y ajustan la filosofía a sí mismos: LA
FILOSOFÍA HUYE AL SÍ-MISMO, qué razón llevaba Nietzsche, y el profeta Daniel,
al parecer, al decir que no se puede decir nada de lo incognoscible, de un
sueño que tuvo y contó a Nabucodonosor en forma de amenaza. La filosofía huye
al sí-mismo y cayó como una piedra sobre el mundo. Y cayó de repente en Grecia
claro está, de tal forma que la FILOSOFÍA, con mayúsculas, es el fin de la
historia, con minúsculas, según el profeta Daniel y otros; y ahí empieza la
HISTORIA, a la par con la FILOSOFÍA. Este es el nacimiento de los “terratenientes”
de la FILOSOFÍA como PANORAMA, un artificio de fantasmagoría,  un proyector, técnica de espectáculos de
sombras chinescas, que luego estudiara Husserl. Desde entonces los filósofos no
somos más que titiriteros con una linterna mágica. Todo ello no trajo más que
efectos de terror e incendios de bibliotecas y, más tarde, la coerción de masas
para rescatarlas de los sueños, pues no conviene soñar como el profeta
Daniel.  Y para terminar dejo un trozo
(XXXII y XXXIII) del libro de James Douglas Morrison, de su libro
imprescindible de poemas: “Las nuevas criaturas” y “Los señores”:

XXXII
Robert Baker, un artista de Edimburgo, estando
en la cárcel
por deudas, se sintió impresionado por el efecto de
la luz brillando a través de los barrotes de su celda
sobre una carta
que estaba leyendo, y a partir de esa percepción
inventó el primer Panorama un cuadro paisajístico,
cóncavo, transparente,
de la ciudad.
Este invento pronto fue sustituido por el Diorama,
que añadía la ilusión del movimiento desplazando la
 sala.
También sonidos y nuevos efectos de luz. El London
 Diorama de Daguerre aún está en el Regent´s Park,
una curiosa reliquia, ya que estos espectáculos
dependían siempre de los efectos de la luz artificial,
producidos por lámparas o llamas de gas, y casi
siempre acababan en incendio.
XXXIII
Fantasmagoría, espectáculos de linterna mágica,
espectáculos sin substancia. Llevaron a cabo
experiencias sensoriales completas mediante el ruido,
el incienso, la iluminación, el agua. Quizá llegue el
día en que asistamos a los Teatros del Tiempo para
recordar la sensación de la lluvia.